Además de ser el primer rascacielos construido en una zona sísmica, fue también el edificio más alto de América Latina hasta 1972.

Ubicada entre la calle Madero y el Eje Central, la Torre Latinoamericana se sitúa como uno de los más grandes símbolos arquitectónicos en la gran metrópoli de la Ciudad de México. Durante 27 años, ostentó el título de la estructura más alta de la urbe, conquistando también el récord mundial como el rascacielos más alto de su época. Su distintiva fachada de cristal y aluminio marcó un hito en la arquitectura moderna, simbolizando el dinamismo y el progreso de la capital mexicana.

El proyecto de construcción surgió en los terrenos de un antiguo convento, con la autorización para demolerlo concedida en 1947. Inicialmente concebida como un edificio de 27 pisos, la visión se expandió a 40 pisos al descubrir la sólida base que sustentaba el terreno. Este rascacielos fue concebido como un testimonio del crecimiento tanto de la ciudad como del país en su conjunto.

¿Pero quién es su dueño?

Respecto a la propiedad de esta emblemática torre, han circulado numerosas especulaciones, particularmente en torno a la figura del magnate mexicano Carlos Slim. Si bien en 2022 adquirió los primeros siete pisos para alojar las oficinas de su banco, esto no implica una propiedad mayoritaria del edificio. Según información oficial de la Torre Latinoamericana, la empresa Latinoamérica Seguros continúa siendo la administradora de los pisos restantes.

Un emblema en el mundo de la arquitectura

Uno de los aspectos más destacados de esta construcción es su capacidad para resistir los embates de los terremotos que periódicamente azotan la región. Fundada sobre suelos fangosos, la torre se sustenta en 361 pilotes de concreto, cada uno a una profundidad de 34 metros. Esta cimentación única, complementada con una losa que actúa como amortiguador, permite que la estructura absorba y disipe la energía sísmica, reduciendo significativamente la intensidad de los movimientos telúricos que experimenta.

Este diseño innovador ha sido reconocido por el Instituto Americano de Construcción de Acero, destacándolo como el edificio más alto que ha resistido los terremotos sin sufrir daños significativos.

En eventos como los devastadores terremotos de septiembre de 1985 y 2017, así como en los sismos posteriores de menor magnitud, la Torre Latinoamericana ha demostrado su robustez y capacidad para resistir, convirtiéndose en un símbolo de la ingeniería y la resiliencia urbana en México.